Este mes de julio he estado entretenida con una lectura que
poco o nada tiene que ver con lo que suelo leer. Pero después de tanta fantasía
me apetecía cambiar de género, ¿y qué mejor manera de hacerlo que con una
novela de aventuras? Bioko, que llegó a mis estanterías gracias al sorteo del aniversario de Gatos lectores, fue la elegida.
Título: Bioko
Autor: Marc Pastor
Páginas: 475
Año de publicación: 2013
Valoración: 7.5/8
Bioko me llevó de nuevo a Fernando Poo en época colonial, a finales de siglo XIX, donde ya había
estado con Palmeras en la Nieve, pero con una perspectiva muy diferente. Esta
novela está protagonizada por Moisés Corvo, un joven soldado de Barcelona que,
huyendo de un padre borracho y maltratador, elije la opción del ejercito como
vía de escape. Pero Moisés ha tenido una vida dura que le ha forjado un
carácter difícil, deslenguado y soberbio, que no encajará en el ejército y le llevará a vivir aventuras
muy diferentes. Nada más empezar, Moisés se libra de la muerte por
los pelos en el desierto marroquí tras ser descubierto por el jefe del clan al
que le vendía armas en mal estado ilegalmente. Pero de vuelta al cuartel, su
condena es el destierro a Fernando Poo. En el barco conocerá a un holandés,
Judas Malthus, dueño de una fábrica de vainilla, que le tenderá una mano para
poder empezar desde cero y le ofrecerá unirse a él en su empresa, aunque con
ese nombre ya podéis imaginaros que no es oro todo lo que reluce… También
conocerá a gente que no le querrá tan bien y que intentará acabar con él.
Una vez en la isla, se encuentra con un clima político
marcado por los conflictos étnicos. Los bubis, los fang y los europeos no
consiguen convivir en paz y mantienen una calma tensa con estallidos puntuales
generados por unas relaciones entendidas solo en términos de esclavitud,
opresión y desprecio por parte de los colonos.
Moisés no encaja en el cuartel, sus compañeros muestran su
hostilidad hacia él desde el principio, aunque no es algo que le preocupe
mucho. Moisés se limita a beber,
emborracharse y llevar una vida todo lo desordenada y pendenciera que le
permite la isla y el cuerpo. Pero un disidente cubano que vive en la isla y
disfruta de una posición bastante acomodada se cruza en su camino y cuando su mujer,
una bubi a la que consiguió con métodos poco ortodoxos, desaparece, él y el
hermano de Musila (rebautizada como Rosario) se verán empujados dentro de una
espiral de crímenes racistas que se empeñarán en resolver, con un desenlace muy
sorprendente.
También encontramos un elemento de fantasía/ciencia-ficción, con el lago de Orichalcum, que hace que los que se sumergen en él viajen en el tiempo, lo cual será de gran importancia a la hora de resolver algunos conflictos e injusticias, aunque hay que aprender que en esta vida todo tiene un equilibrio y no se puede manipular la historia a nuestro antojo.
La historia me ha gustado mucho, es original y el desarrollo
es rápido. Una de las cosas que quizás haya echado en falta es un personaje
principal más asequible, que se hiciera querer más, ya que Moisés mantendrá una
complicada relación hasta con el lector, que será testigo tanto de sus vicios como de su sentido del
honor y la justicia, aunque no sea de la manera más ortodoxa. Los demás
personajes tampoco son muy entrañables, la verdad, a excepción de Surgate, el
hermano de Musila, que introduce en la novela un poco de esperanza, un amor
fraternal que se asemeja a la leyenda de las dos montañas de la isla,
dispuestas a mover cielo y tierra para defender a su alter ego.
El hecho de que se utilicen tantos motes a mí me ha
confundido a veces, aunque tampoco ha sido un factor muy negativo. Supongo que
leía tan deprisa para saber qué iba a pasar que no le prestaba demasiada
atención a los nombres y por eso iba un poco loca cuando cambiaban de los
apodos a los reales.
Lo mejor, el factor sorpresa. Y no digo nada más…
En general, buena valoración y con ganas de leer L’any de
la plaga, del mismo autor, que además de escritor es criminólogo.