Wednesday 30 April 2014

Versos, canciones y trocitos de carne, de César Pérez Gellida



Hoy he terminado la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, compuesta por Memento mori, Dies irae y Consummatum est, de César Pérez Gellida. Como no he reseñado las otras dos partes, no voy a hacer una reseña de esta, pero os remito a blogs mencionados por el propio autor al final de Consummatum est  donde podréis encontrarlas si os interesan: Juntando más letras, Libros que hay que leer o Momentos de silencio compartidos, entre otros.
Lo que no quería dejar de hacer es recomendar esta trilogía, porque a mí me ha encantado. Llevaba meses mirando las reseñas de Memento mori y pensándomelo. Me pasó lo mismo con Dies irae. Yo no soy muy amante del género negro ni policíaco, pero había algo que me llamaba la atención. Tampoco soy muy amante de leer reseñas donde te explican todo con pelos y señales, me gusta más que me den una opinión y lanzarme a la piscina con poca protección, a lo que venga, siguiendo algún tipo de intuición con el libro que empiezo, y estos libros, simplemente desde su título, ya me transmitían algo… Ya, raro, raro; pero es así.
Así que gracias a los meses temáticos, y aprovechando que enero era el mes de la novela negra, me acabé de decidir. Y cual fue mi sorpresa, que en cuanto abro Memento mori me encuentro con que el título del primer capítulo es de una canción de Héroes del Silencio, y voy pasando y así con todos, o casi. ¡Los que me conocéis ya habréis supuesto que me faltó hacer palmas con las orejas! César Pérez Gellida me tenía ganada desde el título del primer capítulo sólo por eso. Y lo mismo me pasó en Consummatum Est: en un momento de tensión máxima, ¡plas! Toda la letra de una de mis canciones preferidas, que también me encanta cantar a voz en grito en momentos álgidos de mi vida: Es hora de hablar, de Bunbury.
Es una trilogía en la que, si bien a veces se te revuelven un poco las tripas si eres sensible y poco tolerante al “sang i fetge” como es mi caso, está muy bien escrita y tiene tres ingredientes que para mí son esenciales: música, historia y literatura. Estas son las grandes pasiones de Augusto Ledesma, el personaje principal, un asesino en serie despiadado, metódico y brutal. La banda sonora de la trilogía tiene canciones de Héroes y Bunbury, Vetusta Morla, Ramstein, Depeche Mode, David Bowie o  Bach, por nombrar algunos. Mientras tanto, y empezando en Valladolid, nos lleva por una ruta por Europa en la que se centra en el conflicto de los Balcanes, aunque pasará por otros momentos bélicos de nuestro continente. Todo esto de la mano de un tipo inteligentísimo, que pone al sistema policial y judicial al límite y al que le encanta la literatura y utilizará nombres de grandes personajes para camuflarse tras ellos.
Hay giros inesperados, momentos de tensión desesperantes, de frustración, la perspectiva del asesino sociópata que nos hace entrar en su mente  tanto que yo una noche hasta soñé que mataba a alguien (qué mal lo pasé intentando esconder la prueba incriminatoria, me desperté a las 4 de la madrugada sin ganas de volver a dormirme y con un mal cuerpo…) y una buena prosa acompañada de poemas a lo largo de la trilogía. En definitiva, os la recomiendo a todos los que os gusten los ingredientes que he mencionado antes. Y enhorabuena a  César, ¡que vaya estreno se ha marcado el campeón!

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